Siempre serán profesionales



DEDICADO A MI AMIGO LUIS PUERTA. 

No nos engañemos, el mundillo de los medios de comunicación no está exento de grandes mediocres; pero afortunadamente también hay grandes profesionales… Muchos de estos, sin embargo, no han trascendido más allá de las fronteras locales a las que el periodismo de provincias condena como un marchamo de inferioridad a pesar de que es en los ámbitos geográficos reducidísimos y pueblerinos donde muchos redactores, cámaras, editores, etc.… se han crecido y demostrado, sobradamente, su enorme valía al tener que lidiar a diario con una información difícil, compleja y peligrosamente cercana en muchos casos. Salir de tu casa y toparte de bruces con el político de turno al que, un día antes, has grabado diciendo una memez y tú, como buen profesional, lo has evidenciado en su propio jugo no es un desayuno del gusto de nadie. Pero en esas andamos.
Sin embargo, he de reconocer sin rubor alguno que en las distancias cortas, en los ámbitos muy reducidos donde a diario hay que rebanarte el cerebro para servir al público una ración información rigurosa y seria ha sido, para mí, un reto cuando menos atractivo y atrayente. Y así recalé, hace una larga década, en la bella Sexi (seguro que ya sabéis de que pueblo estoy hablando) con una misión que cumplir, la de capitanear los servicios informativos de una televisión y radio local. Ya llevaba la lección aprendida y sabía donde metía la nariz… pero la vocación es la vocación. Y a buscarse la vida y plantear a diario un informativo veraz, suculento, muy local y huyendo de la condescendencia con que muchos mal llamados profesionales tratan a los espectadores de las pequeñas televisiones.
En toda mi vida aprendí tanto como aquel año intenso. Y once años después, vuelto a la orilla siempre feliz de esta ciudad aún medio fenicia y romana, en una noche de cerveza y aires marineros pude darle a mi amigo Luis el abrazo que tanto tiempo le tenía guardado. No pocos reportajes de barrio, de festejos, de actualidades que forzábamos y forjábamos para darle un buen tinte de noticia fresca… no pocas aventuras crucé con este mocetón al que jamás le escuché un mal pronto o un ‘no’ por respuesta al capricho siempre histérico de un redactor. Siempre con la cámara al hombro, siempre serio y siempre profesional, muy profesional. El otro día se lo dije once años después: “No he trabajado jamás con nadie tan profesional como Luis Puerta”. Quizá porque nunca miraba el reloj, quizá porque entendía al instante el gesto o la palabra clave que este presentador parlanchín le lanzaba a modo de contraseña para cerrar la entradilla… Pero Luis, como un increíble guerrillero de la imagen que es, no lo tuvo fácil durante años. A los buenos siempre les cierra la puerta la envidia. Se las ha tenido que ingeniar durante mucho tiempo y, siempre sin expresarlo en voz alta pues siempre fue modesto hasta para quejarse, nunca pudo dejar de soñar con su mundo, su auténtico mundo profesional, nunca pudo dejar de soñar con sus sueños… y valga plenamente esta redundancia intencionada.
Coincidimos un tiempo después en la desaparecida Localia, para cosas puntuales, rota ya toda la magia de aquel invento televisivo de la añorada ciudad costera donde nos permitíamos el lujo de torear incluso a los políticos locales y de servirnos de sus proclamas y declaraciones solo cuando nosotros, los que fabricábamos a diario la información del municipio, considerábamos que lo que podían decirnos o aportarnos pudiera ser interesante (solo en muy poquitos casos, dicho sea de paso). Sacamos una televisión adelante, una emisora de radio y un periódico solo siete u ocho personas. Todas entregadas y sin horarios pues las cosas interesantes siempre ocurren tarde y a deshoras.
Llegaron malos años para los medios de comunicación locales y la diáspora de los periodistas y operadores de cámara más válidos los condenó a otros empleos y ocupaciones no menos dignos, pero sí ajenos al que había sido su mundo.
Eso sí, yo nunca pude ni quise olvidarme de mis compañeros en el año más increíble de mi andadura profesional: de Mariló, Javi, Cristóbal, Julio, Dani, Eva, Verónica, Francis o el propio Luis. Con todos ellos descubrí el valor del compañerismo para crecer como persona en todos los aspectos. Yo, hoy, y tras la borrachera de recuerdos que me traje tras una muy improvisada y hermosa reunión nocturna bañada con el olor salado de la playa Puerta del Mar, he elegido a Luis como protagonista de esta sincera reflexión pues me consta que la vida se lo puso a él más difícil que a nadie y ahora, en una nueva aventura laboral que sin duda le reportará el prestigio que siempre se ha merecido, el presente y el futuro le están sonriendo con la misma franqueza que él lo ha hecho siempre. Eso sí, Luis, daría lo que fuera para que alguna vez volvamos a situarnos frente a frente, tú con la cámara al hombro y yo con el micro aunque sea para hacerle creer a un pueblo entero que había caído el gordo de navidad, por muy mentira que fuese, pero… claro… con algo había que abrir el informativo ese día. 

Comentarios

  1. Que bonitas palabras. Yo tambien formé parte de esa gran familia. Que buenos recuerdos me ha traido leer esto. Auqello fue una gran escuela profesional y de vida. Después de tantos años sigo pensando que jamás he trabajado en una empresa con el grado de compañerismo que teníamos en aquella. Todos a una. A trabajar, pues a trabajar incansablemente, sin mirar el reloj, sin importar el día. Que era momento de reir, pues a reir. Que había que echar una mano a un compañero, pues a ello. Una gran escuela, si señor.

    Me han encantado leer esto. Que cantidad de recuerdos.

    Saludos desde Salobreña.

    Carolyna Alanzor

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