Navegando en el recuerdo


Leo la noticia y no puedo evitar pensar en los sufrimientos que se evitarán. Pero también he mirado hacia atrás con cierto temor y he vuelto a sentir el mismo escalofrío que hace más de veinte años cuando me dispararon a bocajarro aquella espantosa historia.
Me he preguntado muchas veces como y de que forma su familia ha sido capaz de contemplar el horizonte del mar cada vez que la tarde se dormía a poniente, en aquella línea rojiza que el destino convirtió en lugar de descanso eterno para aquel joven que, en su plenitud, bregaba en las faenas que pocos a su edad querían y que a él, simplemente, le costaron y le cortaron un futuro de muchos más atardeceres desde la borda, de muchos regresos y de muchos besos a su madre tras una jornada agotadora.
Dicen que cayó al mar. El destino fue de una crueldad inimaginable y desoladora. No quiero ni imaginar los llantos y los gritos perdiéndose mar adentro desde las orillas de la gente honesta y humilde de El Varadero. No quiero imaginarme en los años de soledad de los suyos, en las preguntas sin una sola respuesta lógica, en las emociones mordidas cada dieciséis de julio, en el dolor profundo, oscuro y frío en el corazón de quienes tanto le quisieron y le quieren.
Me contaron lo que había ocurrido a Juani y durante mucho tiempo pensé en él, en la última vez que le vi allende los años de jovenzuelos, mucho antes de aquella última partida que dejaría su estela perdida para siempre más allá de donde una vez situaron los confines del mundo.
Hablé de ello este verano con mi amigo Juan, buen conocedor de las familias y formas de ser de la gente de la mar. Y me hizo sentir la sensación de que aquel tremendo suceso debe continuar su viaje marítimo y seguir alejándose en el tiempo, pues ya hubo suficiente dolor. Llevaba razón. Prefiero sentir y creer que aquellos que detuvieron sus vidas en seco al recibir la noticia hoy contemplan con serenidad las noches largas y densas en las que la luna baña de brumas la lejanísima línea del horizonte y piensan con cariño en aquel joven que hoy navega feliz en el recuerdo de cuantos le quisieron.
Hace ya mucho, muchísimo tiempo que se hundieron las flores lanzadas al mar en su memoria. Ese mismo tiempo ha surcado ya muchas veces todos los mares del mundo pero como un eco ancestral nos trae y devuelve los ecos de las ausencias, pero esta vez con toda la dulzura y amor que pueden envolver un recuerdo, con una fuerza poderosa e inexplicable que solo posee la gente de la mar, los que la han vivido y los que la han sufrido. Como Juani, como su familia, como tantas familias que lanzan una oración mirando al horizonte, justo en el instante en que las estrellas parecen bajar para navegar en la estela que dejó aquel joven marinero.
Hoy, la noticia (Ideal. 13 de noviembre) me ha devuelto su recuerdo. Ojalá muchos sufrimientos puedan evitarse en el futuro.

http://www.ideal.es/innova/empresas/20121113/safe-201211130810-rc.html

Se trata de un dispositivo de localización GPS integrado en el chaleco salvavidas que alerta a los barcos cercanos. Costará, de media, 3.300 euros a cada embarcación




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