Con
la marcha de David del Pino, el sector agrícola costero de Granada
pierde a su principal ideólogo.
David del Pino (cedida) |
Por: Fermín Anguita / Motril (Granada) / Para la generalidad del conjunto económico y social de la Costa
Tropical ha sido una sorpresa. Para quienes saben leer entre líneas,
el anuncio del actual director general de Granada-La Palma, S.C.A.,
David del Pino, no ha venido sino a corroborar algo que se intuía
desde hace ya mucho tiempo.
Su
renuncia se ha expuesto de la misma forma que ha ejecutado su labor
profesional durante años: de manera eficaz, directa, elegante,
aséptica y sin dejar ningún doblez al aire para que cualquiera
pueda tirar y rebuscar en oscuros motivos que nadie encontrará.
Y
es cierto. Por mucho que a algunos escueza la afirmación, la marcha
de David del Pino del gigante del tomate cherry costero supone, para
Granada-La Palma, la pérdida de uno de sus grandes activos. Quienes
opinen que “nadie es imprescindible” se equivocan de plano;
porque difícilmente pueden darse en una persona -en el puesto que él
ha desempeñado- dos cualidades que, en nuestra zona, parecen
totalmente divergentes y ausentes: inteligencia y capacidad
comercial; algo que a David algunos no le han perdonado, precisamente
porque de intelectualidad andamos cortos, muy cortos, en un sector
que necesita ahora y más que nunca a ideólogos como él. Y en
relación con nuestro cherry él ha tenido mucha “culpa” de la
colosal expansión del producto en Europa.
Pero
su clarividencia organizativa, estratégica y comercial ha sido de
tal calibre que, como ocurre con las personas que están en un
escalón superior sencillamente porque merecen estarlo, lo ha
terminado convirtiendo en un elemento molesto para los que no pueden
hacerle ni un centímetro de sombra. Ya se sabe... el cretinismo de
la mentalidad empresarial de la zona o el ego de muchos carguillos
directivos o representativos que, sin apenas preparación, creen ser
“algo” en el sector son realidades incompatibles con la solvencia
intelectual y organizativa de quienes se han preparado
concienzudamente para ello, caso de David.
De
hecho, mal comenzó en una zona, como esta, donde solo se premia y
reconoce el trabajo de quien es abrumadoramente mediocre. Llegar de
EEUU con un impresionante bagaje y caminando ya diez años por
delante de muchos de los que, del túnel de la Gorgoracha para abajo,
acostumbran a creerse los grandes oráculos de la agricultura, no fue
precisamente un acicate para su aceptación total. Nada extraño en
un entorno social donde la ramplonería goza de buena reputación,
frente a la actitud de quienes no alardean de su capacitación,
seriedad y experiencia... y ese ha sido el fallo de Del Pino, que
antepuso siempre su trabajo anónimo y medido, además de una
extraordinaria visión de futuro a la inmediatez, exigencia,
improvisación y la peligrosa “catetura” con que en toda la
comarca se quieren zanjar, con escandalosa frecuencia, cuestiones que
no deben ser examinadas más que desde el conocimiento, la sabiduría
y la visión clara... Y así nos luce el pelo.
Decía
al principio que su marcha se intuía. Como no podía ser menos, lo
anunció desde su perfil de Linkedin. Pero hace ya dos años, quienes
hemos seguido desde la barrera (con bastante admiración, lo
confieso) la trayectoria de Del Pino, veíamos venir esto.
Está
claro que hay un instante en la vida de las personas en que hay que
poner la balanza sobre la mesa y elegir, de manera drástica y así
ha ocurrido. Creo que David lo ha tenido muy claro: la continuidad
debía ser necesariamente desechada. Su techo aquí hace tiempo que
lo rebasó muy por encima y para un hombre de su potencial, en el
mejor momento de su trayectoria puede resultar casi indecente que su
horizonte no pase más allá de los cerros del Conjuro. Ni puede ni
debe. Cosa distinta es el silencio extraño de su entorno más
cercano. Es más. Nadie aquí vendrá a reconocerle nada, porque una
vez más aquí los únicos que reciben premios son los que más
alarde público hacen de su propia incompetencia y me temo,
afortunadamente, que David no está entre ellos.
Visionario. Me
reía cuando alguien me intentaba equiparar a David con un tecnócrata
o un burócrata... si lo dicen por su eterno traje y corbata... puede
ser (y en esto les lleva ventaja a todos) ; pero entre estos y el
hasta ahora director general de La Palma hay una gran diferencia: la
acomodación de aquellos a un simple puesto y, para este, poner el
puesto bajo la suela de los zapatos, utilizando su capacidad
visionaria para proyectar la producción agrícola costera hasta
situarla a la cabeza del mundo.
Pero
hay más: su “invisibilidad” en fotos oficiales, ferias y
congresos (donde llegaba el primero, se iba el último y no
descansaba ni para comer) ha demostrado, de manera fehaciente, su
desdén por el compadreo, tan abultadamente manifiesto en el sector. En Fruit
Logística (Berlín) o en cualquier otro foro nacional o
internacional él ha llevado a gala representar una marca, una firma
comercial, un puesto... y eso, para David, nunca ha casado con la
bochornosa estampa de un vaso de cerveza, en la mano, durante
cualquier gestión comercial en un espacio público. Pero, claro,
estas veleidades tampoco se perdonan mucho por aquí sobre todo cuando vienen de alguien al que solo mueve y motiva el sentido de la responsabilidad.
Lo
único real, para vergüenza de este municipio que carece totalmente
de visión de futuro, es que consintamos que se nos vayan los
mejores. La costa viene sufriendo una fuga de cerebros silenciosa y
constante. Nadie con dos dedos de luces y un equipaje mental,
académico y laboral como el de David del Pino puede plantearse
encerrarse en una zona que, por mucho que nos intenten vender, se
muere lentamente y cuya economía (por mucho que también intenten
vendernos algunas empresas) es ya de mera subsistencia para la
generalidad de los trabajadores.
¿Su
próxima parada?... como todo cuanto ha hecho, no vendrá precedida
de los fuegos artificiales con que, en esta zona, se orquestan la
llegada de cualquier mediocre a cualquier cargo de medio rango.
Tardaremos en enterarnos oficialmente.... pero muchos sabemos que la
sorpresa va a ser grande, que allá donde se ponga por delante es una
garantía de proyección y que David del Pino merece estar en
cualquier lugar donde se pueda mirar el horizonte haciendo un giro de
360º sin que, en algún momento, te topes con el cogote de la
mediocridad... (¿he vuelto a decir “mediocridad”?. ¡qué pesado
soy!).
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