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Nora Cortiñas y, junto a el autor de este blog. Foto: JAVIER MARTIN (Motril) |
Cada cual tiene sus propios héroes, sus propios referentes. A los míos los telediarios no les dedican la hora y media diaria que conceden al último resfriado de cualquier futbolista. Los míos son tan desconocidos que nadie de a pie sabría ponerles nombre.
Yo he tenido la suerte de poder fotografiarme con un gran ejemplo vivo y palpable de la dignidad humana, con una mujer que es un grandioso ejemplo de la lucha sin cuartel desde lo más hondo del alma... de la solidaridad impelida desde la tragedia y el dolor.
Nora Cortiñas es la presidenta de Madres de la Plaza de
Mayo, encargada de pronunciar la conferencia final de las XII Jornadas de Derechos Humanos e Inmigración celebradas en la ciudad de Motril (Granada) y la prueba
palpable de que incluso ante la tragedia absoluta puede plantarse la
semilla de la esperanza.
Una mujer enjuta, con el pañuelo blanco
sobre la cabeza y anudado en la barbilla que simboliza la pelea encarnizada de lo
pequeño frente al poder absoluto y tiránico; de una generación
entera que no supo más de los suyos pero que ha ampliado el
horizonte de su eterna reivindicación hacia otros muchos espacios y
dolores ubicados en diversas partes del mundo, “las madres fuimos
creciendo a medida que fuimos compartiendo otros conflictos que no
son solo el nuestro”, decía Nora derrochando en esta expresión
todo un caudal de solidaridad que ha desembocado con fuerza en
Motril, en el otro extremo del mundo.
Nora exhibe sonrisa tierna de abuela octogenaria. Y lo hace al mismo tiempo que blande sobre su pecho la fotografía casi desvaída y eterna de un hijo arrebatado en el fragor de su reivindicativa juventud.
Esta
mujer lleva 37 años paseando por el mundo la causa de su propio hijo; ocurrida
el 15 de abril de 1977, cuando este contaba 24 años. Su tragedia
sumada a cientos de tragedias que se reviven con pañuelos blancos en
la cabeza y un formidable empuje humano en el alma... “El 30 de
abril empezamos a ir a la plaza, son muchos años y teníamos todas
menos de cincuenta”. Toda una vida cuyo mensaje fue dando la vuelta
al mundo; de hecho, Nora Cortiñas explica cómo desde el principio
ese mensaje eran entendido mucho mejor fuera de Argentina que dentro,
“allí había terrorismo de estado, miedo, la gente no quería
saber de esa perversión”. La solidaridad llegó en Europa, Estados
Unidos u otros países de América del Sur... “allí compartíamos
nuestro dolor, con otras madres, con otros familiares y esa ha sido
nuestra vida”.
La
presidenta de Madres de la Plaza de Mayo no solo ofreció la
conferencia final de la Uned de Motril, sino que participó activamente en la
totalidad de las jornadas, abrumada por el atropello a los derechos
humanos en El Salvador, Colombia, Honduras... “¿Para qué existe
Naciones Unidas o diez años para preparar una convención sobre
personas desaparecidas?”, se preguntaba la mujer a quien el
auditorio motrileño brindó un impresionante aplauso final.
A mí, particularmente, me conmovió su sólida fragilidad, su alegría innata, su fe en la vida y en las personas... todo un complejo vitamínico de solidaridad recetado por quien ha sufrido en su existencia el hachazo devastador del asesinato y desaparición del fruto de sus entrañas.
Esta foto es algo que quiero mostrar con orgullo. Es un orgullo compartir unos minutos, una entrevista e incluso un delicioso abrazo con alguien como esta mujer.... ¡Gracias, Nora!
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