El rey que nunca se olvidó de una niña


Debo contaros una historia que, desde hace 24 horas (hoy es 21 de diciembre de 2019) me tiene en vilo y que me ha dado de bruces con algo que sospecho desde que era un crío: sí, existe la Navidad.

Otra fecha: el 5 de enero de 2008 el rey Gaspar anduvo bastante nervioso. En realidad cada año lo está, ese día, desde hace dos milenios. Pero aquella ocasión era especial. Le habían preparado la mayor cabalgata de la historia de Motril y un grupo de buenas personas hicieron lo posible y lo imposible porque los tres camellos reales llegasen también a la ciudad granadina, a fin de que los Magos realizasen una parte de su recorrido sobre ellos. Son unos animales encantadores.

A Gaspar lo tuvieron que maquillar un poquito. Graciosamente, la gente de Motril decía que el rey pelirrojo era demasiado parecido a un conocido locutor de la ciudad y la semejanza podía dar lugar a algún enredo. Los responsables de la cabalgata salieron al encuentro de los magos a mar abierto, que en aquel atardecer inolvidable e intemporal presentó olas y un color extraño en superficie. Melchor era un ser dulce y encantador, mientras que Baltasar no paraba de reírse, el tío... Pero Gaspar miraba hacia la costa de Motril enamorado de aquella puesta de sol dorada que anunciaba algo maravillosamente difícil de describir.

En el pantalán del Puerto se desató la locura. Miles de niños se intentaban abalanzar, literalmente, sobre los tres símbolos de la inocencia de todos los siglos, gritándoles para que se fijasen en ellos. Y, es cierto, los reyes tienen ojos y oídos para todos los niños (y también, lo deberíais creer) para los mayores.


Antes de que los tres magos majos se subiesen a bordo de los vehículos que los conducirían al punto de partida de la grandiosa cabalgata de 2008, una cría se acercó a empellones al pelirrojo real (que estaba a punto de sufrir un infarto de la emoción). El rey la llamó por su nombre, Marina, y ella le entregó asustadita una cartita arrugada que contenía el mensaje ilusionante de la esperanza. Porque no se trata de juguetes, sino de esperanza total. Para la niña acababa de cumplirse un sueño. Para Gaspar, el encuentro sirvió para recordarle que debería ser fiel a este momento el resto de sus eternos días y noches.

Muchas horas depués, Gaspar sacó del bolsillo de su larga túnica aquella carta. Y una vez visitó el domicilio de Marina, bien entrada la madrugada, decidió guardar aquella carta para siempre. Y no supo acertar a pensar el por qué.

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Doce años después, el 20 de diciembre de 2019 ocurre lo inesperado. En una pequeña casa de hermandad de Motril, perteneciente a La Borriquita, se celebró su tradicional Pregón de Navidad. Un pregón que, curiosidades de la vida, pronunció hace justo doce años aquel locutor por culpa del cual tuvieron que maquillar al rey Gaspar. En esta ocasión, el pregón lo ofreció una joven vivaz que pudo evitar llorar de emoción durante su intervención preciosa. Cuando estaba a punto de terminar, relató un recuerdo que la marcó de pequeña: el día en que vio a los Reyes Magos llegar a Motril y el momento en que le entregó una carta, en mano, al propio y pelirrojo Gaspar.

Como las cosas no suceden por casualidad, sino por causalidad, anoche mismo un mensaje internacional cruzó el norte de África y tuvo que llegar hasta el desierto de Namibia, donde el propio Gaspar fue avisado de que una niña, en la ciudad española y granadina de Motril, había llorado recordando un momento tan lejano en el tiempo como vivo y presente en el corazón de la joven.

Yo mismo he tenido siempre la sospecha de que a Gaspar le pierde la melancolía y que los recuerdos son parte indisoluble de su existencia. Y se de muy buena tinta, pero que de muy buena tinta, que a lo largo de esta última madrugada el rey Gaspar ha removido pasado y presente para encontrar la carta de la niña, la carta a la que se refirió la pregonera Marina Rodríguez Pérez en un momento de magia brutal en el que el pasado y el presente se fundieron en una estrella fugaz.

Yo, que tengo mis buenos contactos, he podido saber hoy que el rey Gaspar se ha comprometido a reencontrarse, doce años después, con aquella niñita de 7 años que hoy es una mujer adulta y que recibirá del pelirrojo aquella carta que se conserva intacta, como la ilusión de la joven.

Anoche se cruzaron muchos mensajes y os puedo asegurar que el mago más majo del triunvirato real, lleva años tratando de devolver una carta que por algún motivo extraño y providencial supo que tenía que guardar durante mucho tiempo, hasta encontrar a la joven. No hubiese importado cuando, aunque sí el cómo.

Después de todo esto... yo no se que pensar.

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