Desaparecidos: el dolor crónico

Nota previa del autor: El texto que desarrollo a continuación lo publiqué en 2014, con motivo del Curso de Verano de la Uned de Motril centrado en las personas desaparecidas, en el que participé como alumno y a la vez en mi cometido de responsable de prensa del centro asociado motrileño. Pero tanta una como otra condición personal quedaron en un muy segundo plano ya que, hasta entonces, no me había sentido tan consternado ni conmocionado durante un evento académico. Evidentemente, el caso de María Teresa Fernández me tocaba muy de cerca, pues desde el mismo año de su desaparición lo seguí mes a mes en diferentes medios de comunicación, de los que yo mismo era redactor. Cercano, además, porque vivo en una ciudad pequeña en la que es inevitable cruzarte con sus padres con cierta frecuencia y ver sus miradas.

Por otro lado, no pude evitar sentir algo muy tremendo a nivel interior cuando se desgranó el caso de Juan Antonio Gómez Alarcón, el joven espeleólogo malagueño desaparecido hace ya muchos años sin más rastro que las incógnitas y la desolación. Su foto, sobre la pantalla de diapositivas, me produjo un escalofrío complicado de explicar. Para mí no son datos, son personas con una historia detrás, una familia destrozada y muchos amigos haciéndose siempre preguntas sin respuesta. 

Hoy, en la semana que se cumplen XX años de la desaparición de Mari Tere, la joven de mi pueblo (Motril) yo quiero contribuir a la concienciación social tan necesaria para hacer ruido como para que sea un gesto permanente de solidaridad hacia los seres a los que han arrancado, de cuajo, algo tan valioso como un hijo, un hermano…

Transcribo, a continuación, una de las publicaciones que realicé en 2014. Gracias a todos.


MOTRIL (Granada). Julio 2014 / Nunca antes se había sentido un silencio tan profundo en un aula de la Casa de la Palma de Motril. Ni nunca antes se había expresado tanto sentimiento desgarrado y a la vez fuerte. La última jornada del curso de verano sobre personas desparecidas, organizado por la Uned de Motril, cedió el protagonismo a los familiares de los desaparecidos quienes hicieron notar su voz, su lucha contra el olvido y contra las numerosas lagunas de las que sigue adoleciendo el sistema a la hora de localizar a quienes, en muchos casos, se fueron sin planificarlo y posiblemente en contra de su voluntad.

Durante muchos años -desde el 18 de agosto de 2000- la ciudad de Motril ha sido el epicentro del interés nacional en torno al caso de la desaparición de María Teresa Fernández, la joven de 18 años de edad cuyo rastro se esfumó en plena celebración de las fiestas patronales de la ciudad. Sus padres, Antonio y Teresa, se sentaron ayer en la tribuna de ponentes del curso de verano de la Uned sobre desaparición de personas, y nuevamente ofrecieron su testimonio y su aliento a quienes están en su misma situación.


La familia, que durante este largo periodo de tiempo ha mantenido una actitud valiente, luchadora y -sobre todo- muy digna, llevó nuevamente al público su mensaje comprometido y humano … “allá donde vayas, incluso de paseo, nunca dejas de mirar, de observar”, decía la madre con la entereza que siempre la ha caracterizado.

La pareja, además, apoyó a una emocionada Carmen Gómez Alarcón, hermana del joven Juan Antonio Gómez, desaparecido en la Costa del Sol en 2010, quien expresó lo que todos sienten: “ningún familiar quiere olvidar a sus desaparecidos, ningún familiar hace caso a historias crueles o grotescas”… Carmen relató las búsquedas y batidas por la Sierra de Mijas, donde se pudo perder la pista de su hermano; el sufrimiento familiar y la falta de procedimiento y coordinación que -dijo- ha marcado muchos de los momentos cruciales de la búsqueda del desaparecido: “sientes una impotencia mayor y sobre todo ante la ceguera de la propia sociedad”, decía Carmen.

Su testimonio recibió el apoyo de Flor Bellver, presidenta de Inter-Sos, para quien el camino que se inicia para las familias, tras una desaparición, es “de una soledad y desamparo absoluto” y a pesar de la formación de las propias fuerzas de seguridad aún falta mucho camino por recorrer, “hay que tener mucho cuidado y paciencia con las familias”, decía.

Conciencia social

En cualquier caso, el foro universitario del centro asociado de Motril sirvió ayer de llamada a la conciencia de toda la sociedad en general, ya que todas, absolutamente todas las personas, pueden ayudar y contribuir decisivamente en la localización de los desaparecidos.

Por otro lado, el periodista Francisco Lobatón participó ayer en la mesa redonda previa a la clausura en la que él mismo intervino. Lobatón, que durante 6 años dirigió y presentó el programa “¿Quién sabe donde?”, de TVE, reiteró ese mensaje lanzado a la sociedad: “España es un país solidario, la colaboración popular es un extraordinario potencial aunque hay que encauzar bien esa ayuda”, decía el periodista quien tuvo ocasión de compartir un momento de especial humanidad con los familiares de Maria Teresa Fernández, a los que conoció al principio de su dramática historia.

El popular periodista defendió la utilidad social de programas como el referido, que han marcado un hito en la trayectoria de la televisión pública, “así se pudo demostrar y a pesar de que las tendencias de contenidos televisivos han cambiado muchísimo, es un desafío posible y necesario pues se ha ido hacia una deriva muy banalista”. Y es que las historias humanas que hay detrás de cada desaparición permiten componer un relato muy interesante. 

Unidad en el dolor

 “Con el tiempo, las familias de las personas desaparecidas han de aprender a gestionar el dolor crónico”. La frase con todo su tremendo realismo encierra una verdad tan inmensa como la desolación de quienes no han vuelto a saber nada de un ser querido, mientras que el tiempo… los años pasan. Lo decía la psicóloga y presidenta de Inter-Sos, Flor Bellver. Esta asociación de familiares de personas desaparecidas sin causa aparente ha contribuido decisivamente, en los últimos años, al cambio de percepción social, jurídico y policial del fenómeno de las desapariciones. Y lo ha conseguido a través del dolor de las familias que decidieron unirse para actuar, trabajar y ayudar a quienes puedan encontrarse en esa situación, a la vez que tocar todos los resortes posibles para transformar la respuesta del conjunto de la sociedad ante la tragedia de una desaparición inexplicable… “no olvidemos que detrás de cada desaparecido hay una familia en situación de sufrimiento”, explicaba Bellver.

Durante la ponencia de la presidenta de Inter-Sos se expuso pormenorizadamente las líneas de actuación de esta asociación que hoy sostienen 70 familias de todo el estado, implicadas al máximo y que a pesar de sus escasos medios económicos ha conseguido no pocos logros a través de tres líneas de actuación: la difusión, la atención a las familias y el asesoramiento legal, psicológico, patrimonial, etc… “es importante subrayar -decía la psicóloga- que el familiar se encuentra en una situación de máxima vulnerabilidad”. En ese sentido, la ponente volvió a apelar a la función social de los medios de comunicación en lo que se refiere al papel de estos, fundamentalmente en casos de enorme resonancia pública, para que no se pueda banalizar el tratamiento informativo del dolor, un tratamiento que con frecuencia no es el adecuado.

La jornada de contó, además, con la destacada intervención de José Antonio Lorente Acosta, catedrático de Medicina Legal y Forense, director del Centro de Genómica y Oncología de la Universidad de Granada, quien calificó de “pandemia internacional” la desaparición y posterior tráfico de seres humanos. El dato es escalofriante en el caso de los menores; un total de 1.200.000 niños desparecen cada año en el mundo para ser víctimas de tráfico con destino a adopciones ilegales, delincuencia, explotación sexual, “niños soldados” y trabajos forzados. A medida que se reduce la edad del menor “crece la dificultad para una identificación adecuada además de la imposibilidad de conocer su origen”, señalaba Lorente. En este sentido, el catedrático de Medicina Legal aseguró que la ciencia, la genética forense y la propia medicina legal están ofreciendo resultados espectaculares, entorpeciendo el trabajo de los criminales “al tiempo que se están sentando las bases de futuras estrategias”.

Una intervención reveladora fue la profesor titular de Derecho Penal de la Universidad de Granada, criminólogo y profesor-tutor de la Uned de Motril, Carlos Aránguez Sánchez, quien en una interesantísima ponencia realizó un análisis criminológico en el estudio de las personas desaparecidas. Aránguez, que se refirió al caso de la joven motrileña Maria Teresa Fernández, desaparecida hace ahora (2020) veinte años. Aránguez dio de lleno en una preocupación latente en el conjunto de la sociedad: la desaparición de niños. En este sentido, el ponente se refirió incluso a los consejos que él mismo ha transmitido a los escolares para que estos puedan reaccionar si alguna vez se viesen inmersos en una situación traumática en la que un tercero intentase sustraerlos en algún lugar público, aprovechando un despiste: “a los niños hay que decirles que los primeros minutos (en el área de depredación) es fundamental que es esencial oponer la máxima resistencia en ese tiempo (de expolio): morder, chillar, patalear… que griten incluso diciendo que quien intenta llevárselos no es su padre y que les está haciendo daño, para que cualquier espectador no malinterprete la situación como una rabieta del menor”, relataba el catedrático de Derecho Penal. La resistencia tenaz es extensiva a personas de todas las edades y situaciones.

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